Marcaba las siete y algo...
aquel oculto reloj entre cuadros;
cuando se sintió aquel asalto
de su infante corazón pardo.
Entre lágrimas, como lagos;
deliberó de su boca aquel fango
la madre a sus hijos santos...
dejando en sus almas, tajos.
Escuchen; hijos de mi alma.
Decía la madre, con escaso aire;
hoy su padre se va de casa
dejándonos en negro desaire.
No llores más, madre mía...
que el pecho mío se parte;sin ti;
¿de mí que sería?...¡deja de llorar¡..
para poder contemplarte.
Dichas las palabras, por su hijo
el aliento con escaso aire;
se volvió, alimento divino
dando al silencio su pase.
Y el grito sin esperanza
hizo eco en el manso cuarto;
producto de la voz desesperada
De su hija, la de corazón basto.
Di algo; qué pasó... madre mía
unánime fue la pregunta;
a la cual tendría que dar respuesta
y cambiar sus penas en alegrías.
Pero al igual que veneno, sin cura
el divorcio es buen parangón;
y la noticia como carne cruda
disolvió en vida su corazón.
aquel oculto reloj entre cuadros;
cuando se sintió aquel asalto
de su infante corazón pardo.
Entre lágrimas, como lagos;
deliberó de su boca aquel fango
la madre a sus hijos santos...
dejando en sus almas, tajos.
Escuchen; hijos de mi alma.
Decía la madre, con escaso aire;
hoy su padre se va de casa
dejándonos en negro desaire.
No llores más, madre mía...
que el pecho mío se parte;sin ti;
¿de mí que sería?...¡deja de llorar¡..
para poder contemplarte.
Dichas las palabras, por su hijo
el aliento con escaso aire;
se volvió, alimento divino
dando al silencio su pase.
Y el grito sin esperanza
hizo eco en el manso cuarto;
producto de la voz desesperada
De su hija, la de corazón basto.
Di algo; qué pasó... madre mía
unánime fue la pregunta;
a la cual tendría que dar respuesta
y cambiar sus penas en alegrías.
Pero al igual que veneno, sin cura
el divorcio es buen parangón;
y la noticia como carne cruda
disolvió en vida su corazón.
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